martes, 4 de diciembre de 2007

Pipas, tabaco y Tolkien.



"EL hábito de fumar hierba para pipa se ha extendido desde la Comarca a las tierras de los Hombres y más allá: Aragorn, hijo de Arathorn, comparte el amor de los Hobbits por la hierba para pipa, y lo mismo sucede con los Istari, los magos Gandalf y Saruman"




" Hay otra cosa entre los antiguos Hobbits que merece mencionarse, un hábito sorprendente: absorbían o inhalaban, a través de pipas de arcilla o madera, el humo de la combustión de una hierba llamada hoja o hierba para pipa, quizá una variedad de la Nicotiana. Hay mucho misterio en el origen de esta costumbre peculiar, o de este “arte”, como los Hobbits preferían llamarlo. Todo lo que se descubrió en la antigüedad sobre el tema fue recopilado por Meriadoc Brandigamo (más tarde Señor de Los Gamos), y puesto que él y el tabaco de la Cuaderna del Sur son parte de la historia que sigue, sus comentarios en la introducción al Herbario de la Comarca merecen ser citados aquí. “Este arte -dice-, es el único que podemos reclamar como de invención nuestra. En qué época empezaron a fumar los Hobbits es un enigma; todas las leyendas e historias familiares lo dan por sabido, durante años la gente de la Comarca fumó diversas hierbas, algunas malolientes, otras aromáticas. Pero todos los documentos concuerdan en un punto: Tobold Corneta de Valle Largo en la Cuaderna del Sur fue el primero que cultivó un verdadero tabaco de pipa en los días de Isengrim II, alrededor del año 1070 de la Cronología de la Comarca. Los mejores cultivos todavía provienen de ese distrito, especialmente las variedades que ahora se conocen como Hoja Valle Largo, Viejo Toby y Estrella Sureña.


“No está registrado cómo el viejo Toby obtuvo la planta, pues murió sin decírselo a nadie. Sabía mucho sobre hierbas, aunque no era viajero. Se cuenta que en su juventud iba a menudo a Bree; ciertamente nunca se alejó de la Comarca más allá de Bree. Por lo tanto es muy posible que hay conocido esta planta en Bree, donde hoy se da bien en la vertiente sur de la colina; los Hobbits de Bree pretenden haber sido los primeros fumadores de esta hierba. Aseguran, por supuesto, que se adelantaron en todo a la gente de la Comarca, a quienes llaman “colonos”; pero en este caso la pretensión es, a mi entender, probablemente cierta, pues todo indica que fue en Bree donde nació el arte de fumar la verdadera hierba, y desde allí se extendió en el curso de los últimos siglos entre los Enanos y algunos otros pueblos como los Montaraces, los Magos y los vagabundos que iban y venían aún por aquella antigua encrucijada de caminos. El centro y hogar de este arte se encuentra, pues, en la posada de Bree, El Poney Pisador, propiedad de la familia Mantecona desde épocas remotas. “Al mismo tiempo, mis propias observaciones en los viajes que hice al sur me convencieron de que la hierba no es originaria de nuestra región, sino que vino del Anduin inferior hacia el norte, traída, creo yo, del otro lado del Mar por los Hombres de Oesternesse.


Crece en abundancia en Gondor, y allí es más grande y exuberante que en el norte, donde nunca se la encuentra en estado salvaje; florece sólo en lugares cálidos y abrigados, como Valle Largo. Los Hombres de Gondor la llaman galenas dulce, y la aprecian por la fragancia de las flores. Desde esas tierras la habrían llevado al norte remontando el Camino Verde durante los largos siglos que median entre la llegada de Elendil y nuestros días. Pero hasta los Dúnedain de Gondor nos otorgan este crédito: los Hobbits fueron los primeros que la fumaron en pipa. Ni siquiera los Magos lo intentaron antes que nosotros. Aunque un Mago que conocí adquirió este arte mucho tiempo atrás, mostrándose tan hábil como en todas las otras cosas a las que llegó a dedicarse.”

jueves, 29 de noviembre de 2007

Yo, un Ivaris.


Nota: Un “Ivaris” es una raza masculina de la mitología de Juiahnn creada para Journey of Fantasy. El Ivaris es un ser creado por invocación por las “Nodrizas mágicas” (se les podrían decir) y que tienen el fin de ser guardianes de los poderes de los elementos y maestros de la “verdad de Gaia”. A pesar que la mayoría de los “ivaris” mencionados en las historias son nostálgicos, son también destacados por su amabilidad y sentido del humor…dos características que desaparecen cuando están en combate. En lo telurico, se los podria comparar con una mescla entre samurai y druida. En “El Libro de Gaia” se puede encontrar algunas aventuras de ésta particular raza mágica.


Yo, un Ivaris.

Fui creado por elegido,
invocado por lo que he sido,
y vistieron mi esencia de monje
para servir, aunque, como rey he vivido.

Caminé por valles y ciudades
atravesando mares y cielos,
como quien lucha y sabe,
hablando de Gaia y protegiendo reinos.

Mas, mis ojos no sufragan
a las nostalgias de mis vidas,
que aunque miles fueron pasadas,
jamás sanaron las heridas.

Y aunque la risa se dibuje en mi rostro
acompañando una historia amena,
siempre he dejado en mi alma
cien amores y una cruda pena.

Confundí ser maestro con “enviado”,
y con habilidad a ser “poderoso”.
De vestir de rojo a ser “endiosado”,
y de saber, a ser sabio iluminado.

Porque he conocido las lenguas
y el alma de los que viven
creyendo que podía darles vida
en lugar de sanarlos.

Sentir sus clamores no me hace curar sus llantos.
Sanar su dolor no me convierte en un “áltaro”.
Ver por sus ojos no me lleva a guiarlos,
y guiarlos, no los hace mis seguidores.

Tomé el rol de un “Eterno”
cuando soy solo un guardián
que pregona las verdades de “Aia”,
mas no me convierten en un “Mizand-Mgo”.


Mi poder es efímero
pues mi vida es de invocación,
y aunque ésta continué por siempre,
jamás seré un eterno del Gran Árbol.

Cuando he partido del templo crepuscular
el mundo se me ha entregado,
y pensé que lo que entiendo y amo
sería lo mismo para los que lo habitan.

Y he sentenciado juicio,
y dado y quitado vida,
y he creído hacer lo que debía,
pagando el precio de lo que sentía.

Porque siento en demasía,
mas no entiendo la simpleza del amar y el odiar.
Y mis sentidos seguirán leyendo lo oculto
de las emociones invisibles de lo que nos rodea.

Ni siquiera tan real soy,
pues mi cuerpo es de elementos sagrados.
Nacidos de palabras y conjuros,
pero débil como una flor.

Doy mi entrega con anhelo
y llego hasta donde los navíos no siguen al cielo,
pero no ha pasado un solo día en Aia
sin recordar el jardín en donde descansaré.

Porque aunque cuento con siete vidas
en cada esencia que visto,
mi deleite está en la espera de los ocasos
cuando al fin a Tenzen daré mis días.

De carmesí y cobre,
mi alma se abrigará,
en el crepúsculo del Gran Árbol,
en el bello jardín de Gabalaia-lim.

“Ai sûba mâi gêie e le Êl`t creinâ”

miércoles, 21 de noviembre de 2007

La canción del montaraz.


Viento divino, brisa nocturna,
contad vuestros secretos de antaño.
Acariciad las palabras que se resguardan
frente a un fuego aldeano.

Estrellas en lo alto y flores a mis pies.
Un dejo de humo y su aroma amaderado.
Tomad del vino que nos alboroza.
Sentirte feliz y acunado al sueño.

Riquezas y placeres del montaraz.
Nada puede ser mejor…¿Quien me da más?

Oíd el arrollo susurrar cercano,
y a viento profesar su encanto.
Canta en la alameda y acompaña
el siseo de sus hojas plateadas.

Acércate al concilio de los bosques,
viaja con nosotros entre prados y colinas,
y con laúd y mandolina
aprende ésta canción.

Viento divino, oh brisa nocturna,
contad vuestros secretos de antaño,
y descansa de tu destierro,
junto al fuego, bajo la luna.

jueves, 15 de noviembre de 2007

Fuego nocturno.


Dejad vuestros bolsos junto al árbol
y acercaos al amistoso fuego,
de entorno jovial y alegre,
de historias en noches de invierno.

Su resplandor rojizo nos cobija
de un cielo frió, estrellado y abierto.
Su calor nos invita a todos
a esperar el día reposando en sueños.

Tomad del vino y acomoda tu leño.
Vigila tus prendas de una chispa traviesa.
Come de la caza de los enanos
y la miel de los elfos en galletas de granos.

Calida luz de una nocturna hoguera.
Nuestros rostros reflejan la palidez lunar.
Y entre anillos de humo y botellas oscuras se planea
para el nuevo día, el camino a seguir.

No os preocupéis de la oscuridad por tus alforjas,
ni por la basta negrura que cubre al bosque,
pues en el áurea que el fuego despliega
serás protegido de temores y penas.

Contad historias lejanas.
Cantad junto a la flauta y el laúd.
Bebe un poco más del vino endulzado,
pues la media noche no ha llegado aun.

Poco a poco y de a uno bostezáis.
Algunos se recuestan en sus capuchas,
junto al fuego, entre leños y alforjas,
a los pies del robledal.

Descansa tu fatigado cuerpo
y cierra vuestros ojos, duerme ya.
No os preocupéis del rocío nocturno,
el fuego del desayuno, por la mañana, te secará.

jueves, 8 de noviembre de 2007

La boda de Tom Bombadil.

(De “Las Aventuras de Tom Bombadil” contado por los Gamos de Hobbiton)


La boda de Tom Bombadil y Baya de Oro.

El sabio Viejo Bombadil era un sujeto cauteloso; de chaqueta azul brillante y botas amarillas.
Nadie atrapó nunca al Viejo Tom en las colinas o en la cañada, andando por los senderos del bosque, o junto al Tornasauce, o en los estanques de lirios, en un bote sobre el agua.
Pero un día Tom fue y capturó a la Hija del Río, con su vestido verde, su suelto cabello, sentada en el juncal, cantando antiguas canciones de agua a los pájaros en los arbustos.

¡La atrapó, la agarró velozmente! Las ratas de agua se escabulleron, las plantas silbaron, las garzas gritaron, y el corazón de ella se agitaba.
Dijo Tom Bombadil: “¡Aquí está mi hermosa doncella! ¡Deberías venir a casa conmigo! La mesa está puesta: Crema amarilla, panal de miel, mantequilla y pan blanco; rosas en la ventana y pájaros piando en los postigos.
¡Deberías venir bajo la colina! ¡No temas por tu madre en su profundo y herboso estanque: ¡no hallarás un amante allí!

El viejo Tom Bombadil tuvo una alegre boda, coronado de ranúnculos, sin pluma ni sombrero;
Su esposa con nomeolvides y lirios como guirnalda estaba vestida de verde y plata. Él cantaba como un estornino, zumbaba como una abeja, tocaba el violín, abrazaba a su Doncella del Río por su delgada cintura.

Las lámparas brillaban en su casa, y la cama era blanca; En la brillante luna de miel, los Tejones llegaron con paso suave, bailaron bajo la Colina, y el Viejo Hombre Sauce golpeó, golpeó el cristal de la ventana, mientras dormían en la cama, en la orilla junto a las cañas la Dama del Río suspiraba, oyendo al viejo Tumulario gritar en su montículo.

El Viejo Tom Bombadil no prestó atención a las voces, golpes, crujidos, pies danzantes, ruidos nocturnos; La amó hasta que el Sol salió, y entonces como un estornino cantó:
“¡Hey! ¡Ven derry-dol, alegre-dol, querida!”
Sentado junto a la puerta, cortando ramas de sauce, mientras la Hermosa Baya de Oro peinaba sus rubias trenzas.

martes, 6 de noviembre de 2007

Reflexiones en el humo.

Gris aroma que contagia en la tarde
del descanso hogareño entre anillos de humo.

Largas charlas y opiniones maderadas
de un agridulce sabor de antaño.

Y es hasta ver un cielo carmesí fundirse
en la negrura estelar que cubre un viejo día.

Llenar su cilindro para resaltar la mantecada
o acompañar una pinta de cerveza.

Buen tabaco del este,
y sabroso tabaco de las nórdicas tierras,
regálame un dejo de reflexión
al rozar mi paladar.

Oh, pipa amiga de andanzas,
de escondidas y desvelos,
acompáñame en mis viajes,
hasta un lecho encontrar.

domingo, 4 de noviembre de 2007

En el robledal.

(NOTA: Tanto el poema “El encuentro”, el relato de “En casa de Nimlin Moog”, como este escrito llamado “El robledal”, pertenecen al libro de “El valle de los dragones”, de la saga de Journey of Fantasy escrita por Juiahnn Frank. Dicho libro narra (en primera persona) la historia de Teo, un joven que tras los relatos de su abuela, busca el lugar secreto de los dragones para ser instruido como lo eran los gaianos en tiempos antiguos. El libro está dirigido a los niños que, en forma de cuentos, metáforas y poemas, aprenden altos valores de vida. Muchos de los capítulos que lo componen fueron escritos por Juiahnn a tierna edad, y que con el tiempo los reunió en una sola historia.)

En el robledal.

Sentado frente a un calido fuego, majestuoso entre el robledal se hallaba.
De imponente imagen cobriza y poderoso de sabiduría añeja, mirando apacible el cielo un hilo de humo exhaló al hablar:
-“Disfruta de la hierba”- me dijo alcanzándome una larga pipa de roble-“porque en el remanso del espíritu es donde el silencio responde a tus preguntas”-
Creciente de sombras la tarde caía anunciando en un cielo fundido de oro un crepúsculo carmesí, ante la hoguera que se erguía amistosa de tamaño, uniendo lazos con los maderos para apaciguar el frío.
-“Pero dime gran sabio”-exclamé mientras removía el tabaco-“¿Cuando tendré esas respuestas?”…Y curvando su largo cuello frente a mi, hasta verme reflejado en la paz de sus ojos, sonrió, y plegó sus alas al proferir:
-“Mi pequeño amigo…¿Crees que no lo sabes? Porque cuando te veas humilde ante uno menor a ti, te apenes por tus enemigos, y des oídos previos a tus palabras, podrás pintar el viento, perfumar el sonido y cantar el silencio, y entonces si, estarás preparado para buscar una respuesta”-
Acostándose sobre la hierba cerró los ojos para una noche de sueños:
-“Duerme ya y descansa de tus dudas”-y desplegó una de sus alas para cubrirme-“porque el conocer todo no te hará sabio, sino, entender, discernir, y esperar”-

Avanzada la noche, la tranquilidad yacía en aquel claro frente al robledal.